Quien pasea por las calles de SANTANDER con cierta calma está pisando algo más que asfalto, baldosines o hierba.

A sus pies, por los suelos de aceras, calzadas o jardines,


puede encontrar interesantes informaciones sobre la ciudad, algo que un averiguador curioso siempre agradece.

Sobre todo aquellas que aparecen grabadas en tapaderas de


acceso y registros de los servicios que se canalizan por el

subsuelo: lo que comúnmente se conoce como

TAPAS DE ALCANTARILLA.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Menos misterio y más información


Esta buena máxima vale también para el asunto de las tapas de alcantarilla, y el paseante no se explica por qué en algunas de ellas las inscripciones han sido borradas concienzudamente.


Además de que la información sea uno de sus valores más preciados, al paseante le gusta conocer pequeños detalles sobre la historia de su ciudad (la microhistoria, ya lo sé, no la gran Historia -con mayúscula- que gustan de escribir los poderosos). De modo que agradece que en las tapas de alcantarilla figuren cuantos más datos mejor:
- el nombre de la ciudad,
- el servicio al que pertenecen,
- la fecha de instalación,
- el taller de fundición donde se fabricaron.
Velay:

Nadie podrá negar el valor histórico de esta tapa santanderina, donde figuran los cuatro datos básicos:
- Ciudad: Santander.
- Servicio: Abastecimiento de aguas.
- Fecha: 1911.
- Fundición: J. Calzada.
De este mismo servicio de Aguas quedan todavía por Santander algunas tapas ciertamente históricas, más antiguas aún que la anterior, de las que otro día haré mención aquí.
Pero hay que darse prisa en fijar el recuerdo de estos testimonios: la reciente ocurrencia de nuestro gobierno que consiste en tratar de superar una crisis económica de ámbito global cambiando las aceras de los pueblos, villas y ciudades de España, está dando al traste con una buena porción de ellos.


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