Y es que los árboles han necesitado siempre de esos huecos que recojan el agua y faciliten su riego, mucho más en terrenos secos, pero también sobre los suelos de asfalto o baldosa de las ciudades.
Nadie puede negar que en Santander llueva lo suficiente como para que los árboles estén bien regados, pero la ciudad ofrece al paseante un variado muestrario de tapas de alcorque, que además de permitir el paso del agua protegen la base del árbol. Los calados geométricos hacen pensar en distintos estilos (¿románico, gótico, barroco, racionalista?), pero, en todo caso, resultan agradables e incluso, ¿por qué no?, ciertamente artísticos.
La variedad de diseños que se encuentran en Santander me hace pensar que puede ser mucho mayor en el conjunto de España o de otros países.
¿Alguien se anima a mandarme algún otro? ¡Gracias, mirasuelos sin fronteras!
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